El Valladolid cayó goleado en el Bernabeu y sumó así su tercera derrota consecutiva en liga. El equipo pucelano se suicidó ante el líder al presentarse en el coliseo blanco con una defensa adelantada que dio todas las facilidades posibles para que el Real Madrid perforase la portería de Asenjo.

El conjunto de Schuster demostró ante el Real Valladolid su afamada efectividad y sentenció el encuentro en sus tres primeras llegadas.

José Luis Mendilíbar había emulado a Fernando Vázquez a lo largo de la semana declarando que «se podía sorprender al Real Madrid». Lo que no sabía el de Zaldíbar es que, al igual que su predecesor en el banquillo blanquivioleta, se llevaría siete goles del Bernabeu.

El Valladolid, históricamente, hace gala de ser ‘el buen vecino’ que diría aquel presidente americano, cuando visita al Real Madrid. Los jugadores saltan al feudo merengue con las piernas engarrotadas y apenas son capaces de articular dos pases seguidos. Parecía que, en esta ocasión, el guión iba a cambiar, pero el planteamiento táctico del entrenador vasco no hacía presagiar nada bueno.

El conjunto pucelano saltó al campo con una defensa de cuatro muy adelantada y fieles a su estilo de presión y toque. Durante los primeros ocho minutos, Capdevilla y Llorente intentaron sorprender a los blancos, pero sus intentonas morían siempre en las inmediaciones del área de Casillas.

Fue en el minuto nueve cuando en la segunda llegada del Real Madrid, Baptista lograba llevar el balón al fondo de la red, tras un buen pase de Guti.

El líder daba el primer zarpazo y demostraba a los 2.000 aficionados pucelanos que se desplazaron hasta la capital de España porqué presume de una efectividad demoledora. El Valladolid intentó rearmarse, pero el gol había dejado tocada de muerte a la defensa albivioleta. El despertar blanco pareció perder fuerza con la lesión de Robinho, sustituido por Drenthe, sin embargo, un nueva jugada de Guti, con pase al hueco incluido, propició que Raúl regatease en el área a Asenjo y subiese el segundo al electrónico.

El 2-0 terminó de hundir a los pucelanos que veían como la defensa hacía aguas en cuanto Guti se paraba a pensar. Sin tiempo para reponerse del tanto del capitán madridista, y con el público aún celebrando su gol, el ‘14’ blanco volvió a inventarse un pase a la espalda de la zaga pucelana para que Robben, por velocidad, se recorriese todo el carril zurdo para encarar a Asenjo y batirle con un tiro ajustado al palo corto. El jugador holandés hacía el primer gol con la zamarra madridista desde su llegada el pasado verano.


Qué llegue el descanso

El conjunto de Schuster quería más, y el Valladolid veía resucitados los fantasmas de su última visita en liga cuando perdió por 7-2. No era para menos, y es que el suicidio táctico había condenado a los blanquivioletas en apenas treinta minutos.
La desesperación era patente en las caras de los jugadores castellanos. Se podía pensar que, como en otras ocasiones, Mendilíbar movería ficha para hacer reaccionar a sus hombres, pero ésta no llegó. El técnico vizcaíno no tuvo su noche en el Bernabeu y, como el resto de su equipo, se quedó helado con el vendaval de un Madrid deseoso de sentenciar la liga cuanto antes.

Asenjo no pudo abstraerse del nerviosismo de sus compañeros y, en el minuto 39, hizo una salida de novato que acabó con el derribo de Baptista y el consiguiente penalti. La jugada recordó a aquella que protagonizó el meta palentino en tierras coruñesas que le costó la expulsión ante Guardado. Raúl, especialista en marcarle goles a los blanquivioletas, transformó la pena máxima, haciendo el segundo de su cuenta particular y el cuarto para su equipo.

El partido estaba perdido, pero aún estaba en juego la forma de caer de los pucelanos. Encajar los menos goles posibles era una de las premisas, sin embargo, los de Mendilíbar no pudieron evitar que el quinto llegase antes del descanso. El protagonista de la noche, José María Hernández Guti, genio y figura para muchos, odiado para otros tantos, consiguió hacer diana en la portería visitante, tras internarse entre el pasotismo de la defensa y poner el primero en su casillero.
Los jugadores pucelanos agradecieron la llegada del intermedio, y es que tal y como estaba el Real Madrid, si llega a durar quince minutos más la primera parte, la goleada podía haber sido de las de blanco y negro, con Di Stefano como protagonista.


Bandera blanca

El Valladolid salió del vestuario con el hacha de guerra enterrada. Mendilíbar dio entrada a Borja por Víctor, posiblemente con el objetivo de sujetar a Guti.
Parecía que el partido se iba a estancar y que el conjunto de Chamartín daba por bueno la 'manita' a los castellanos, pero en otra jugada de Guti llegó el set para el Real Madrid. El canterano blanco puso el broche a su noche galáctica con un disparo en semifallo que se coló en la portería blanquivioleta tras besar el palo.

El resto del segundo acto fue una fiesta para la parroquia local. Los cánticos a Raúl, Casillas y Sergio Ramos fueron repetidos, una y otra vez, mientras los 22 protagonistas firmaban la paz sobre el tapete del Santiago Bernabeu.

El Valladolid a punto estuvo de hacer el gol del honor por medio de Vivar Dorado, pero 'San Iker' tocó lo justo para desviar su disparo al larguero de la portería blanca. La violación del armisticio por parte de los pucelanos, propició el séptimo de los merengues, obra de Drenthe, a falta de diez minutos para el final.
Las aguas volvieron a su cauce y el ‘buen vecino’ regresó a tierras pucelanas un poquito más cerca de los puestos de descenso y con la mente en el trascendental partido del próximo domingo ante el Mallorca.